¿Cómo me afecta la ira?
La ira afecta de muchas maneras principalmente en la salud. Cuando padecemos de arranque de enojo por cosas insignificantes y de forma espontanea posiblemente tengamos la enfermedad del trastorno explosivo intermitente.
Los ataques de furor pueden provocar enfermedades como ulceras, cáncer o enfermedades asociadas al dolor crónico. También tus ataques pueden ocasionarte enfermedades relacionadas con la salud mental como la depresión, la ansiedad o vulnerabilidad para padecer adicciones.
¿Cómo afecta en la familia?
Más allá de tu salud física y emocional. Es importante reconocer que la ira genera un daño e impacta en el entorno familiar.
Una persona con ataques de ira lastima continuamente a su núcleo familiar. Los miembros de nuestra familia son personas con las que más convivimos durante el día. Están acostumbrados a soportar más de los habitual como situaciones y tipos de carácter porque su cariño se vuelve una justificación para aguantar estas circunstancias.
Sin embargo, la ira es uno de los sentimientos que se vuelve muy difícil de soportar.
Cuando una familia tiene un miembro que se enoja fácilmente o tiene arranques de ira puede provocar miedo y frustración en los otros integrantes. A tal grado que los familiares tratan de evitar convivir con la persona que se enoja fácilmente.
El descontrol de la ira
Cuando estamos enojados somos incapaces de reconocer los límites que podemos sobrepasar. Existen personas que durante su arranque de ira suelen realizar acciones exageradas o peligrosas como:
- Decir cosas hirientes
- Quebrar cosas
- Golpear paredes
- Gritar a desconocidos
- Aventar cosas
- Lastimar a personas o animales
- Utilizar sucesos que nos confiaron en contra de la persona
En general estas son alguna de las acciones que realizamos descontroladamente en un arranque de ira y que muchas veces causan una separación o generan un problema con la persona que desagradecidamente estuvo cerca de nuestro arranque de ira.
Padres de familia con ira
La ira se puede presentar en padres de familia y puede afectar negativamente a sus hijos.
Una de las acciones que suelen realizar los padres cuando están iracundos son los gritos y no importa la edad que tengan los hijos siempre tendrá un fuerte impacto que sus padres les griten.
Como padres de familia consideramos un grito como un desahogo y no consideramos que sea una acción que cause un rotundo malestar en nuestros hijos.
Sin embargo, no alcanzamos a percibir el daño real que generamos al desahogarnos con nuestros hijos. De generación en generación hemos aprendido de nuestros errores y minimizar este tipo de actos no atrae nada bueno.
Cuando les gritamos a nuestros hijos por algo mínimo y no queremos reconocer que nos hemos equivocado por miedo de perder autoridad. Nuestros padres no nos enseñaron que los padres deberían de pedir perdón, sino que solo nos toca soportarlos como hijos.
Está comprobado que el tipo de daño de gritos a los hijos puede provocar inseguridades, estrés, angustia y problemas de evoluciones cognitivas, lingüísticas, emocionales y dificultad para socializar.
Es lógico que no deseamos que uno de nuestros hijos sufra con alguna enfermedad que nosotros desentonemos. Aparte que nuestros hijos toman mucho en cuenta nuestra personalidad como parte de aprendizaje. Esto provoca que si nosotros somos enojones aprendan este tipo de comportamiento, se vuelvan gruñones y descontrolados como nosotros les hemos enseñado.
Recuerda que hay que enseñar con el ejemplo. Si sufres de ataques de ira trata de buscar ayuda profesional y disculparte por las malas acciones repentinas que hiciste.
Nuestro servicio
En la Clínica La Esperanza damos un tratamiento para controlar la ira con el apoyo de un equipo altamente calificado de psicólogos, psiquiatras y guías espirituales para cambiar y controlar tu temperamento de enojo. Apoyamos a las familias con nuestras terapias familiares para ayudarlos a resolver y canalizar sus sentimientos para conseguir un entorno familiar más sano.